José
Silva, maestro de artes marciales: “Jamás me arrepentiré de haber comenzado el
camino del Karate”
Por Carlos Cuesta Rueda
La puerta del dojo de José Silva se abre pronto por la mañana y el
lugar va despertando al ritmo de los comercios y establecimientos del entorno.
Conforme va encendiendo las luces aparece ante nosotros un gimnasio de aspecto
antiguo, que no viejo, de sabor auténtico y de decoración sencilla. Más allá de
la oficina, el recibidor y varias muebles repletos de trofeos y reconocimientos,
están los vestuarios a los que irán llegando los alumnos para prepararse; y el
tatami, el corazón del dojo.
Todo aquí parece reducido a lo esencial. Ninguno de los detalles
colocados en las paredes, las imágenes de recuerdo a los grandes maestros o las
fotografías junto a algunas de las personalidades más importantes del estilo
Shotokan son superfluas o accidentales. Tampoco lo son las inscripciones que
los alumnos leen día a día, escritas a dos colores en uno de los tabiques del
edificio: el dojokun, las normas esenciales que rigen el comportamiento de los discípulos.
José Silva, quinto dan de Karate, cuarto dan de Goshin y segundo dan de
Full Contact, ultima los detalles de la jornada en una pequeña oficina repleta
de libros de consulta y vídeos de diferentes disciplinas marciales. A lo largo
del día pasarán por este gimnasio personas de toda edad y condición. Él mismo
fue un alumno en este mismo lugar, y antes aún, un aficionado que ni siquiera
podía permitírselo.
“En 1973, tenía yo 12 años, conocí
a la persona que despertó mi pasión por las artes marciales, mi cuñado
Gabrielle Mozzoni. Él había practicado Kung Fu en Milán y en Suiza. Durante las
navidades de ese año me regaló dos libros, uno de Karate y otro de Ju Jutsu y
fue por esos libros por lo que empecé a practicar, algunos dirían de forma
autodidacta; yo digo que porque no me quedaba más remedio. Simplemente no podía
pagarme un gimnasio donde me enseñaran. Luego comencé a trabajar muy pronto. Mi
padre murió dos años después y tuve que ponerme a trabajar. Así, como camarero
del bar Palencia en la plaza mayor conocí a Luís Fraile, que entrenaba en el
Gimnasio Shotokan. Él vivía justo encima del bar. Luego mi gran amigo Luis
Rodríguez comenzó a entrenar en el gimnasio Kobayashi de Valladolid. Yo seguía
sin poder apuntarme a ningún gimnasio, así que entrenaba con él en el patio de
casa lo que él había aprendido durante la semana”.
En aquellos momentos el Karate era un fenómeno que se estaba empezándose
a conocer y la gente que no lo practicaba observaba con extrañeza o curiosidad a
los que sí. “Unos nos miraban con respeto, otros con recelo porque no
sabían exactamente qué era eso del Karate. A los cintos negros, que eran pocos
en toda España, se les veía como a superhombres. Lo cierto es que se miraba a
la gente que practicaba artes marciales de forma distinta a otros deportistas”.
Un poco más tarde él y Luis
Rodríguez transformaron el patio de José Silva en un pequeño dojo. “Allí
practicaba con todo el mundo que quisiera venir a enseñarme o a aprender lo
poquito que yo sabía. Más tarde, un poco más mayor, comencé a entrenar en el
que hoy es mi dojo, el Artes Marciales
Valladolid, y en el que llevo ya 31 años. Imparto las disciplinas de
Karate, Goshin Karate Jutsu y Full Contact.
Así empecé el largo camino del Karate de lo que no me voy a arrepentir
jamás”.
Para Silva, el aprendizaje de un arte marcial es una tarea que siempre
está inacabada. “Es mi humilde opinión como practicante de Karate y aunque
me dedico profesionalmente a ello pienso que en Karate nunca se termina,
siempre hay algo que aprender”.
La riqueza de este arte marcial permite muchos caminos de expansión
pero actualmente se encuentra muy centrado en el desarrollo del Goshin, un
aspecto al que ya se había acercado con intensidad en la primera época de su
formación como artista marcial. “Mi interés por el Goshin comenzó con
varios amigos que hacían Judo. Me gustaban mucho los entrenamientos que
hacíamos en el pequeño dojo del patio de mi casa. Con Antolín Chacón, buena
persona y artista marcial, cinturón marrón de judo de la Federación Catalana y
practicante de Ju Jutsu fue con quien más horas de judo compartí. También
practiqué Aikido en los años 80 y 90 con un amigo llamado José María. Tan solo
un profesor llamado Alberto Campano enseñaba Aikido en Valladolid por aquel
entonces. Ellos introdujeron este arte en la provincia”.
Cuando José Silva comenzó a formarse como entrenador regional tuvo
tiempo de profundizar en el Goshin en la Academia de Policía en Ávila. José
Antonio Fernandéz Prada impartía la asignatura de defensa personal. Con este
instructor volvió a coincidir cuando accedió al curso para convertirse en
entrenador nacional. “José Luis González Tejedor también impartía cursos a
los que asistía con ilusión. A partir de ahí me apunté todos los cursos de
Goshin, defensa policial, Tai Jutsu y Ju Jutsu que pude”. En septiembre del 2001 comenzó a entrenar con José Luis Prieto en el
Departamento de Goshin de la Real Federación Española de Karate. En Castilla y
León poco a poco se va afianzando el Departamento de Goshin del que José Silva
es director.
José Silva piensa que más importante que la denominación de esta
disciplina es la esencia que le da sentido. “Lo llamo autodefensa porque así
lo llamó Funakoshi O Sensei y por diferenciarlo de lo que todos llaman defensa
personal. Claro que a coger un palo del suelo y darle con él a tu agresor
también se le puede llamar defensa personal”. Sin embargo, insiste en que el Goshin es como una rama del mismo árbol
del Karate. “Es algo intrínseco. Yo pienso que sin Karate no habría Goshin
y sin Goshin no habría Karate. No es que lo diga yo, es que Funakoshi O Sensei
en su libro Karate Jutsu hace muchas referencias al Goshin. Incluso en algunas
ediciones su libro se llama Goshin Karate Jutsu. Si lo analizamos ¿dónde esta
la riqueza del karate? Los grandes maestros dicen que está en los katas y si
desmembramos los katas ¿qué nos queda? Las aplicaciones técnicas y prácticas.
¿Y eso qué es? La autodefensa que, como dije, es intrínseco al Karate. Y si no,
hablemos del kata, de cualquier kata. No es sólo age uke, guiaku shuki, ni sólo
son shutos ni solo geris. Por ejemplo el noveno movimiento de heian godan es shukami
uke, una luxación en la que realiza kote osae (ikio); en kanku sho los
movimientos siete y trece son kote mawashi (nimio) o nijushiho, el movimiento
tres zenpo enpi uchi y su aplicación puede ser thembi gatame, como el tercer movimiento
de godan. He enumerado estos movimientos de estos katas pero todos los
movimientos tienen aplicaciones para la autodefensa bien sean atemis (golpes),
luxaciones, proyecciones o inmovilizaciones”.
José Silva insiste en que aunque la práctica del Goshin parezca
novedosa, los estilos de karate son todos ricos en técnicas de autodefensa a
diferentes niveles. “Bien por sus orígenes o por las aplicaciones que sus
fundadores le quisieron dar. Incluso algunos estilos lo tienen estructurado en
los bunkais o en trabajos específicos de autodefensa. Lo que es claro es que el
Karate es un sistema de autodefensa, que su principio básico es defender la
integridad física del practicante y con esa finalidad lo crearon sus fundadores”.
Las dudas sobre si la aplicación del
Goshin supone algún tipo de desviación respecto del Karate puro las resuelve
cómodamente. “¿Qué es más puro que aplicar todas las facetas que nos ofrece
este arte marcial?”
Entrevista cedida cortésmente por el maestro Jose Silva Gonzalez:
Cinturón Negro 6° Dan de Karate.
Cinturon Negro 6º Dan de Goshin
Entrenador Nacional de Karate.
Miembro del Tribunal Nacional de Grados de la FEK.
Juez árbitro de Karate.
Cinturón Negro 1° grado de Full-Contact.
Instructor de Full-Contact.
Monitor Deportivo.
Entrenador Nacional de Karate.
Miembro del Tribunal Nacional de Grados de la FEK.
Juez árbitro de Karate.
Cinturón Negro 1° grado de Full-Contact.
Instructor de Full-Contact.
Monitor Deportivo.
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