viernes, 11 de octubre de 2013

Entrevista al maestro Jose Silva Gonzalez



José Silva, maestro de artes marciales: “Jamás me arrepentiré de haber comenzado el camino del Karate”

Por Carlos Cuesta Rueda


La puerta del dojo de José Silva se abre pronto por la mañana y el lugar va despertando al ritmo de los comercios y establecimientos del entorno. Conforme va encendiendo las luces aparece ante nosotros un gimnasio de aspecto antiguo, que no viejo, de sabor auténtico y de decoración sencilla. Más allá de la oficina, el recibidor y varias muebles repletos de trofeos y reconocimientos, están los vestuarios a los que irán llegando los alumnos para prepararse; y el tatami, el corazón del dojo.

Todo aquí parece reducido a lo esencial. Ninguno de los detalles colocados en las paredes, las imágenes de recuerdo a los grandes maestros o las fotografías junto a algunas de las personalidades más importantes del estilo Shotokan son superfluas o accidentales. Tampoco lo son las inscripciones que los alumnos leen día a día, escritas a dos colores en uno de los tabiques del edificio: el dojokun, las normas esenciales que rigen el comportamiento de los discípulos.

José Silva, quinto dan de Karate, cuarto dan de Goshin y segundo dan de Full Contact, ultima los detalles de la jornada en una pequeña oficina repleta de libros de consulta y vídeos de diferentes disciplinas marciales. A lo largo del día pasarán por este gimnasio personas de toda edad y condición. Él mismo fue un alumno en este mismo lugar, y antes aún, un aficionado que ni siquiera podía permitírselo.

“En 1973, tenía yo 12 años, conocí a la persona que despertó mi pasión por las artes marciales, mi cuñado Gabrielle Mozzoni. Él había practicado Kung Fu en Milán y en Suiza. Durante las navidades de ese año me regaló dos libros, uno de Karate y otro de Ju Jutsu y fue por esos libros por lo que empecé a practicar, algunos dirían de forma autodidacta; yo digo que porque no me quedaba más remedio. Simplemente no podía pagarme un gimnasio donde me enseñaran. Luego comencé a trabajar muy pronto. Mi padre murió dos años después y tuve que ponerme a trabajar. Así, como camarero del bar Palencia en la plaza mayor conocí a Luís Fraile, que entrenaba en el Gimnasio Shotokan. Él vivía justo encima del bar. Luego mi gran amigo Luis Rodríguez comenzó a entrenar en el gimnasio Kobayashi de Valladolid. Yo seguía sin poder apuntarme a ningún gimnasio, así que entrenaba con él en el patio de casa lo que él había aprendido durante la semana”.
En aquellos momentos el Karate era un fenómeno que se estaba empezándose a conocer y la gente que no lo practicaba observaba con extrañeza o curiosidad a los que sí. “Unos nos miraban con respeto, otros con recelo porque no sabían exactamente qué era eso del Karate. A los cintos negros, que eran pocos en toda España, se les veía como a superhombres. Lo cierto es que se miraba a la gente que practicaba artes marciales de forma distinta a otros deportistas”.

Un poco más tarde él y Luis Rodríguez transformaron el patio de José Silva en un pequeño dojo. “Allí practicaba con todo el mundo que quisiera venir a enseñarme o a aprender lo poquito que yo sabía. Más tarde, un poco más mayor, comencé a entrenar en el que hoy es mi dojo, el Artes Marciales Valladolid, y en el que llevo ya 31 años. Imparto las disciplinas de Karate, Goshin Karate Jutsu y Full Contact.  Así empecé el largo camino del Karate de lo que no me voy a arrepentir jamás”.

Para Silva, el aprendizaje de un arte marcial es una tarea que siempre está inacabada. “Es mi humilde opinión como practicante de Karate y aunque me dedico profesionalmente a ello pienso que en Karate nunca se termina, siempre hay algo que aprender”.

La riqueza de este arte marcial permite muchos caminos de expansión pero actualmente se encuentra muy centrado en el desarrollo del Goshin, un aspecto al que ya se había acercado con intensidad en la primera época de su formación como artista marcial. “Mi interés por el Goshin comenzó con varios amigos que hacían Judo. Me gustaban mucho los entrenamientos que hacíamos en el pequeño dojo del patio de mi casa. Con Antolín Chacón, buena persona y artista marcial, cinturón marrón de judo de la Federación Catalana y practicante de Ju Jutsu fue con quien más horas de judo compartí. También practiqué Aikido en los años 80 y 90 con un amigo llamado José María. Tan solo un profesor llamado Alberto Campano enseñaba Aikido en Valladolid por aquel entonces. Ellos introdujeron este arte en la provincia”.

Cuando José Silva comenzó a formarse como entrenador regional tuvo tiempo de profundizar en el Goshin en la Academia de Policía en Ávila. José Antonio Fernandéz Prada impartía la asignatura de defensa personal. Con este instructor volvió a coincidir cuando accedió al curso para convertirse en entrenador nacional. “José Luis González Tejedor también impartía cursos a los que asistía con ilusión. A partir de ahí me apunté todos los cursos de Goshin, defensa policial, Tai Jutsu y Ju Jutsu que pude”. En septiembre del 2001 comenzó a entrenar con José Luis Prieto en el Departamento de Goshin de la Real Federación Española de Karate. En Castilla y León poco a poco se va afianzando el Departamento de Goshin del que José Silva es director.

José Silva piensa que más importante que la denominación de esta disciplina es la esencia que le da sentido. “Lo llamo autodefensa porque así lo llamó Funakoshi O Sensei y por diferenciarlo de lo que todos llaman defensa personal. Claro que a coger un palo del suelo y darle con él a tu agresor también se le puede llamar defensa personal”. Sin embargo, insiste en que el Goshin es como una rama del mismo árbol del Karate. “Es algo intrínseco. Yo pienso que sin Karate no habría Goshin y sin Goshin no habría Karate. No es que lo diga yo, es que Funakoshi O Sensei en su libro Karate Jutsu hace muchas referencias al Goshin. Incluso en algunas ediciones su libro se llama Goshin Karate Jutsu. Si lo analizamos ¿dónde esta la riqueza del karate? Los grandes maestros dicen que está en los katas y si desmembramos los katas ¿qué nos queda? Las aplicaciones técnicas y prácticas. ¿Y eso qué es? La autodefensa que, como dije, es intrínseco al Karate. Y si no, hablemos del kata, de cualquier kata. No es sólo age uke, guiaku shuki, ni sólo son shutos ni solo geris. Por ejemplo el noveno movimiento de heian godan es shukami uke, una luxación en la que realiza kote osae (ikio); en kanku sho los movimientos siete y trece son kote mawashi (nimio) o nijushiho, el movimiento tres zenpo enpi uchi y su aplicación puede ser thembi gatame, como el tercer movimiento de godan. He enumerado estos movimientos de estos katas pero todos los movimientos tienen aplicaciones para la autodefensa bien sean atemis (golpes), luxaciones, proyecciones o inmovilizaciones”.

José Silva insiste en que aunque la práctica del Goshin parezca novedosa, los estilos de karate son todos ricos en técnicas de autodefensa a diferentes niveles. “Bien por sus orígenes o por las aplicaciones que sus fundadores le quisieron dar. Incluso algunos estilos lo tienen estructurado en los bunkais o en trabajos específicos de autodefensa. Lo que es claro es que el Karate es un sistema de autodefensa, que su principio básico es defender la integridad física del practicante y con esa finalidad lo crearon sus fundadores”. Las dudas sobre si la aplicación del Goshin supone algún tipo de desviación respecto del Karate puro las resuelve cómodamente. “¿Qué es más puro que aplicar todas las facetas que nos ofrece este arte marcial?”

Entrevista cedida cortésmente por el maestro Jose Silva Gonzalez: 
Cinturón Negro 6° Dan de Karate.
Cinturon Negro 6º Dan de Goshin
Entrenador Nacional de Karate.
Miembro del Tribunal Nacional de Grados de la FEK.
Juez árbitro de Karate.
Cinturón Negro 1° grado de Full-Contact.
Instructor de Full-Contact.
Monitor Deportivo.

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